DAVID ANGEL LUNA OROSCO
CERRO SECHIN
El sitio arqueológico de Sechín,
llamado también Cerro Sechín o Sechín
de las Estelas, está ubicado en la provincia de Casma del departamento de Áncash, en el Perú,
a una altura de 90 msnm (metros sobre el nivel del mar) y a
cinco km de la ciudad de Casma, capital de la
provincia, cerca de la confluencia de los ríos Sechín y Casma. Fue descubierta
por el arqueólogo peruano Julio César Tello en 1937. Se considera que fue
la capital de toda una cultura, a la que se denominó Cultura
Sechín. Es de finales del arcaico tardío y de inicios del formativo inferior. Rasgo distintivo de este
monumento es su fachada enchapada con monolitos de caras planas, sobre las que
se hallan grabadas figuras en relieve, que en conjunto parecen escenificar
sacrificios humanos.
Cerca de este
sitio se hallan otros dos complejos arqueológicos del mismo nombre: Sechín Alto y Sechín Bajo.
Relieve
de la fachada pétrea de Cerro Sechín, que representa
posiblemente a un sacerdote-guerrero
CRONOLOGIA
El Cerro Sechín ha sido objeto de una
excavación y estudio muy riguroso. Se han reconocido dos edificios principales,
uno hecho en barro y otro en piedra. El de barro o adobes, el más antiguo,
muestra remodelaciones en tres fases, que han sido fechadas entre los años 2400
y 2300 a.C. Luego, prácticamente cubriendo a esta estructura de barro, se eleva
un edificio de piedra, cuya característica más importante es su fachada de
bloques líticos decorados con relieves, que representan a
“guerreros-sacerdotes” y cuerpos mutilados. Este edificio de piedra se terminó
de construir antes de año 2000 a.C. pero permaneció en uso aproximadamente
hasta el 1500 a.C. Es decir, es anterior a la cultura Chavín.
Relieve de Sechín que representa cabezas apiladas.
DESCRIPCION:
Aunque
la zona ocupa aproximadamente cinco hectáreas, la zona de monumentos se agrupa
en una sola hectárea. Básicamente, como ya quedó dicho, está constituido por un
edificio principal o central, hecho de piedra, que encierra a otro edificio o
estructura de adobes cónicos. Flanqueando el conjunto se hallan otros dos
edificios (edificio A y edificio C) y dos plataformas (plataforma Julio César
Tello y plataforma Rafael Larco).
El edificio
principal es rectangular, con esquinas redondeadas y con un muro perimétrico de
monolitos o estelas grabadas, que es de construcción más temprana. Una doble
escalera lleva a su cima, a unos 4 metros de altura, pero ya no existen allí
edificios pues fueron arrasados por los aluviones.
Los personajes
representados en los monolitos de las fachadas son de dos clases: los
guerreros-sacerdotes (ataviados con un arma o cetro) y las víctimas
descuartizadas o sus despojos (cabezas principalmente, extremidades, ojos
ensartados, intestinos, vértebras y vísceras), creando una escena sombría. Cabe
destacar que todas estas figuras representan a humanos, sin presencia de
semidioses o animales.
En el edificio
interior de adobe, la decoración principal y mejor conservada es la que
representa a dos peces mitológicos, realizados mediante líneas labradas sobre
la pared de barro todavía húmeda. Otra figura, que representa a un hombre
sangrando, es secundaria. Estos motivos relacionan el mar, las lluvias y los sacrificios
humanos muy estrechamente.
Relieve de Sechín que
representa cabezas apiladas
Las figuras labradas en las piedras que
exornan la fachada del monumento han tenido diversas interpretaciones. Para su
descubridor, Julio C. Tello, son escenas de batallas, labradas en
conmemoración de una gran victoria obtenida en aquel lugar, tesis que defendió
también Arturo Jiménez Borja. Otra
teoría es que el sitio era un laboratorio de altos estudios anatómicos, lo que
explicaría la exposición explícita de diversos partes del cuerpo humano, como
vísceras y huesos. Una posición marxista ha sostenido que es la representación
de una rebelión popular aplastada sangrientamente por la elite gobernante. Para Federico Kauffman Doig se trataría de una escenificación de sacrificios
humanos, en el marco de un culto propiciatorio del sustento, para contrarrestar
las hambrunas causadas por sequías u otros embates de la naturaleza.
Otro
relieve que representa una cabeza decapitada, con el ojo cerrado.
El Templo
de Cerro Sechín es uno de los monumentos arqueológicos más importantes del
Perú, dada su antigüedad, belleza arquitectónica y contenido cultural. Luce,
como pocos, una fachada construida con lozas de piedras grabadas con
insinuantes motivos de guerreros en procesión, cuyo significado aún no está del
todo definido. Descubierta para la arqueología por el sabio Julio C. Tello en
1937, su estudio ha aportado grandes conocimientos a la historia del Perú.
Templo de Sechín, en reconstrucción publicada en el libro de Julio C. Tello. Se indican algunas de las partes mencionadas en el texto.
El sitio
arqueológico de Sechín se encuentra ubicado en el departamento de Ancash,
provincia de Casma y a 5 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, sobre la
falda norte del cerro Laguna a 90 metros sobre el nivel del mar. Ecológicamente
pertenece al denominado Desierto Pre-montano. El clima es cálido, seco y con
pocas precipitaciones al año. El mar se encuentra a poco más de 10 kilómetros
de distancia.
La zona
arqueológica tiene una extensión de 5 hectáreas, aproximadamente, ocupando la
parte monumental propiamente dicha, mas de una. Sechín es un complejo
arquitectónico formado por 7 estructuras, seis de ellas construidas con piedra
y barro y una con adobes cónicos, típicos del Período Arcaico (1600 antes de
nuestra era). Están distribuidos de tal manera, que dos de las estructuras
ocupan la parte central, siendo una de éstas el "Edificio Principal"
(con planta rectangular, esquinas curvas y 51 metros de largo por lado) , que
es el que ostenta las piedras grabadas en su cara exterior y que cubre a la
estructura de adobes cónicos (más antigua) que tiene relieves de barro. Las
otras cuatro estructuras se ubican en pares a ambos lados del Edificio
Principal, y se les han llamado Edificio A, Edificio C, Plataforma Rafael Larco
Hoyle y Plataforma Julio C. Tello.
Los monolitos grabados
Adornan
todo el contorno del Edificio Principal. Los litos grabados fueron colocados
intercalando unos grandes con representaciones de Guerreros / Sacerdotes con
pilas de 3 o más pequeños con representaciones de despojos humanos. Para el
arqueólogo Lorenzo Samaniego estos bajorrelieves muestran una doble procesión
de personajes que parte de un pórtico formado por 2 monolitos grabados que
sostienen un dintel al centro del muro sur y se encaminan hacia otro pórtico,
ubicado al centro del muro norte, e intercalados, como ya se dijo, están los
grabados que representan despojos humanos (brazos, piernas, cabezas, cuerpos
seccionados, vértebras y vísceras) como si estuvieran regados por el suelo,
recreando un cuadro de hondo dramatismo y horror. En esta procesión no hay
figuras de dioses, semidioses o animales míticos, solo hombres.
Redibujados aquí, algunos de los
sacerdotes / guerreros grabados en los monolitos
del templo de piedra en
Sechín.
Las
esculturas tuvieron como cantera el mismo cerro Laguna, de donde fueron
extraídas usando palos de algarrobo o huarango (árboles oriundos de la costa
peruana) usados como palancas y auxiliados por gruesas y con fuertes sogas de
maguey arrastrados hasta los talleres donde fueron trabajados. Alisaron una de
sus caras y usando un carbón dibujaron el motivo a tallar, procediendo a frotar
y frotar esos trazos con otra piedra más dura, usada como cincel, hasta formar
hendiduras anchas, profundas y uniformes, que son las que dan forma a los
grabados. A esta técnica se le conoce como "abrasión". Hasta ahora el
número de tallas descubierto es de 326, faltando por excavar un sector del muro
sur, en donde varios litos aún están enterrados, esperando ser descubiertos.
Los
Guerreros / Sacerdotes fueron dibujados con la cabeza, piernas y brazos de
perfil, mientras que el tronco y la pelvis están de frente. Como único ropaje
llevan taparrabos y sobre la cabeza rapada unos gorros de forma trapezoidal. La
cara, posiblemente esté pintada, ello a juzgar por una banda curva que parece
atravesar su ojo. Sostienen un arma o cetro en la mano, en la que hay que
destacar el curioso detalle de la uña del dedo pulgar: está muy crecida y
afilada. La boca entreabierta muestra los dientes juntos, y sus ojos están
desorbitados, tal como, siglos después fueron representados en las tallas líticas
del sitio de Chavín de Huantar, que fuera considerada por Tello como la cuna o
matriz de toda la civilización andina.
Dos de los monolitos grabados que forman la pared exterior de Templo de Piedra en Sechín.
Los relieves de barro y el culto al mar
Un
cortejo camina lentamente, un hombre, un chamán (sacerdote) y otros más , han
atravesado el desierto silencioso, desde el valle, llegan a un lugar sagrado,
suben por unas escaleras, el rumor del mar los acompaña pero no se le puede
ver. De pronto, al llegar al final, se abre imponente, la bastedad del mar,
abajo, un alto acantilado, una estrecha bahía, rocas afloran, el agua muy
agitada, espumosa. El hombre es arrojado, cae, se despeña, muere. Su sangre
llega a la superficie, su cuerpo es devorado por los peces. Ese año fue malo,
falta agua suficiente para los cultivos, pero ahora será bueno. Se ha cumplido
con el rito.
Reconstrución computarizada del Templo de Barro, el más antiguo, y la ubicación de los relieves de barro que lo adornaban.
El relato
anterior, es ficticio, pero probablemente se dio hace 3500 años en Sechín,
según el arqueólogo Henning Bischof, que ha estudiado los relieves de barro del
Templo de Cerro Sechín y ha identificado en ellos un complejo ritual de
sacrificios humanos y el mar, asociándolo a los conocidos esquemas de los ritos
propiciatorios de la lluvia en los andes. Estos relieves se encuentran sobre
los muros de un edificio de adobe, cuya construcción es anterior a la
plataforma de lápidas de piedras grabadas que lo cubrió en tiempos posteriores
y es la que hoy en día se luce como fachada.
El dibujo
principal y mejor conservado de esta escena es un pez grande dibujado al lado
de la escalera norte. Realizado con mucho realismo, el artista prescindió de
cualquier elemento ajeno al uso simbólico. De boca oblicua, fajas verticales en
el cuerpo y por la forma de las aletas, corresponden a la de especies
carnívoras que habitan los fondos rocosos cercanos a la orilla del mar, como
son el "mero", la "doncella" el "chero" y el
"peje diablo". Al conjunto iconográfico lo completan otros motivos.
Uno de ellos, mal conservado, parece ser una persona del que brota un chorro de
sangre. Otro de los motivos, este bien conservado, es un personaje tirado de
cabeza con la boca y el ojo cerrados, probablemente, muerto. Su cráneo está
abierto y de él brota una faja multicolor que sube en forma ondulante hasta
extenderse arriba como mancha, rematando en un motivo iconográfico estilizado
identificado como "chorro de sangre". De esta escena, Bischof deduce
la existencia de un sacrificio humano, el que consiste en arrojar a una persona
al mar para que sea devorada por los peces.
Relieve polícromo en la escalera norte del Templo de Barro. Representa al pez mítico que devora a los sacrificados en el ceremonial propiciatorio de lluvias. Tomado del libro Guía de Sechín de Lorenzo Samaniego y Arturo Jiménez Borja.
Sin
embargo le faltaba el escenario geográfico, el lugar desde dónde se pudo
realizar este sacrificio. Para ello volvió a visitar los lugares arqueológicos
próximos a Sechín ubicados a orillas del mar y que sean contemporáneos con
éste. Dos de ellos se ajustaron bien a sus requerimientos: Las Haldas y
Culebras. En el segundo edificio en importancia de Las Haldas, una escalara
larga construida con esmero conduce a un peñasco que cae perpendicularmente
hacia el mar, unos 25 metros abajo, el mar es agitado y espumoso, la rocas
afloran filosas. El espacio geográfico y el arquitectónico se confabulan al
servicio de la "dramaturgia ritual". Es obvio que la ubicación y
concepción de este sitio no fue al azar, corresponde con el ritual escenificado
en los muros de barro de Sechín.
Todos
estos motivos iconográficos se relacionan al mar y la necesidad de controlar la
periodicidad de las lluvias, que son escasas y cuyo ciclo parece, a veces,
errante, intercalándose momentos de grandes precipitaciones (como en épocas de
fenómeno del niño) con años de duras sequías y otros años "normales".
Se suple en el nivel mágico-religioso una tecnología agraria incipiente. Las
referencia más valiosas de la relación mar-lluvias-sacrificios se obtiene de
mano de Julio C. Tello, quien en 1923 publica su obra Wiracocha (en la revista
Inca). En ella expone la opinión de un chamán de esos años sobre el dios Wari.
Dice que tal deidad representa a la fuerza, la potencia, y construyó por arte
de magia las represas y canales de irrigación de la anterior prosperidad
agrícola. Para propiciarlo, el chamán debe subir a la cordillera a visitarlo en
su morada, las lagunas que se forman al pie de los grandes nevados producto del
deshielo. Lo hacen llevando "sunku" mezclado con sangre humana.
Cuando no
llueve en la cordillera, los ríos que alimentan los valles de la costa bajan
casi secos, produciendo la pérdida de los cultivos. Por ello es necesario
visitar a Wari y ofrendarle un sacrificio. Para ello el chamán llena un cántaro
con el agua recogida de la parte más agitada (espumosa) del mar. En base a unos
ritos especiales se identifica con el espíritu mismo del agua, ascendiendo a la
cordillera dando gritos y bramando como felino, repartiendo por aquí y allí un
poco de agua. Deja otro poco en cada manantial que encuentre a su paso. Llegado
a la laguna la arroja poco a poco y del cántaro sale la nube que ennegrece el
espacio desencadenando la tempestad que inaugura un nuevo período de lluvias.
La identificación del chamán con el espíritu del agua y su trasfiguración en
felino refuerzan la teoría de Bischof sobre el significado de los relieves
estudiados por él en Cerro Sechín, pues a ambos lados de la entrada del templo de
barro hay dos de ellos (felinos) pintados.
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