lunes, 18 de mayo de 2015

DAVID ANGEL LUNA OROSCO

CERRO SECHIN

 El sitio arqueológico de Sechín, llamado también Cerro Sechín o Sechín de las Estelas, está ubicado en la provincia de Casma del departamento de Áncash, en el Perú, a una altura de 90 msnm (metros sobre el nivel del mar) y a cinco km de la ciudad de Casma, capital de la provincia, cerca de la confluencia de los ríos Sechín y Casma. Fue descubierta por el arqueólogo peruano Julio César Tello en 1937. Se considera que fue la capital de toda una cultura, a la que se denominó Cultura Sechín. Es de finales del arcaico tardío y de inicios del formativo inferior. Rasgo distintivo de este monumento es su fachada enchapada con monolitos de caras planas, sobre las que se hallan grabadas figuras en relieve, que en conjunto parecen escenificar sacrificios humanos.
Cerca de este sitio se hallan otros dos complejos arqueológicos del mismo nombre: Sechín Alto y Sechín Bajo.
                                   Relieve de la fachada pétrea de Cerro Sechín, que representa
                                                      posiblemente a un sacerdote-guerrero
CRONOLOGIA
El Cerro Sechín ha sido objeto de una excavación y estudio muy riguroso. Se han reconocido dos edificios principales, uno hecho en barro y otro en piedra. El de barro o adobes, el más antiguo, muestra remodelaciones en tres fases, que han sido fechadas entre los años 2400 y 2300 a.C. Luego, prácticamente cubriendo a esta estructura de barro, se eleva un edificio de piedra, cuya característica más importante es su fachada de bloques líticos decorados con relieves, que representan a “guerreros-sacerdotes” y cuerpos mutilados. Este edificio de piedra se terminó de construir antes de año 2000 a.C. pero permaneció en uso aproximadamente hasta el 1500 a.C. Es decir, es anterior a la cultura Chavín.

                                       Relieve de Sechín que representa cabezas apiladas.

DESCRIPCION:
Aunque la zona ocupa aproximadamente cinco hectáreas, la zona de monumentos se agrupa en una sola hectárea. Básicamente, como ya quedó dicho, está constituido por un edificio principal o central, hecho de piedra, que encierra a otro edificio o estructura de adobes cónicos. Flanqueando el conjunto se hallan otros dos edificios (edificio A y edificio C) y dos plataformas (plataforma Julio César Tello y plataforma Rafael Larco).
El edificio principal es rectangular, con esquinas redondeadas y con un muro perimétrico de monolitos o estelas grabadas, que es de construcción más temprana. Una doble escalera lleva a su cima, a unos 4 metros de altura, pero ya no existen allí edificios pues fueron arrasados por los aluviones.
Los personajes representados en los monolitos de las fachadas son de dos clases: los guerreros-sacerdotes (ataviados con un arma o cetro) y las víctimas descuartizadas o sus despojos (cabezas principalmente, extremidades, ojos ensartados, intestinos, vértebras y vísceras), creando una escena sombría. Cabe destacar que todas estas figuras representan a humanos, sin presencia de semidioses o animales.
En el edificio interior de adobe, la decoración principal y mejor conservada es la que representa a dos peces mitológicos, realizados mediante líneas labradas sobre la pared de barro todavía húmeda. Otra figura, que representa a un hombre sangrando, es secundaria. Estos motivos relacionan el mar, las lluvias y los sacrificios humanos muy estrechamente.
                                          Relieve de Sechín que representa cabezas apiladas

 Las figuras labradas en las piedras que exornan la fachada del monumento han tenido diversas interpretaciones. Para su descubridor, Julio C. Tello, son escenas de batallas, labradas en conmemoración de una gran victoria obtenida en aquel lugar, tesis que defendió también Arturo Jiménez Borja. Otra teoría es que el sitio era un laboratorio de altos estudios anatómicos, lo que explicaría la exposición explícita de diversos partes del cuerpo humano, como vísceras y huesos. Una posición marxista ha sostenido que es la representación de una rebelión popular aplastada sangrientamente por la elite gobernante. Para Federico Kauffman Doig se trataría de una escenificación de sacrificios humanos, en el marco de un culto propiciatorio del sustento, para contrarrestar las hambrunas causadas por sequías u otros embates de la naturaleza.
                           Otro relieve que representa una cabeza decapitada, con el ojo cerrado.

 El Templo de Cerro Sechín es uno de los monumentos arqueológicos más importantes del Perú, dada su antigüedad, belleza arquitectónica y contenido cultural. Luce, como pocos, una fachada construida con lozas de piedras grabadas con insinuantes motivos de guerreros en procesión, cuyo significado aún no está del todo definido. Descubierta para la arqueología por el sabio Julio C. Tello en 1937, su estudio ha aportado grandes conocimientos a la historia del Perú.


Templo de Sechín, en reconstrucción publicada en el libro de Julio C. Tello. Se indican algunas de las partes mencionadas en el texto.

 El sitio arqueológico de Sechín se encuentra ubicado en el departamento de Ancash, provincia de Casma y a 5 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, sobre la falda norte del cerro Laguna a 90 metros sobre el nivel del mar. Ecológicamente pertenece al denominado Desierto Pre-montano. El clima es cálido, seco y con pocas precipitaciones al año. El mar se encuentra a poco más de 10 kilómetros de distancia.

La zona arqueológica tiene una extensión de 5 hectáreas, aproximadamente, ocupando la parte monumental propiamente dicha, mas de una. Sechín es un complejo arquitectónico formado por 7 estructuras, seis de ellas construidas con piedra y barro y una con adobes cónicos, típicos del Período Arcaico (1600 antes de nuestra era). Están distribuidos de tal manera, que dos de las estructuras ocupan la parte central, siendo una de éstas el "Edificio Principal" (con planta rectangular, esquinas curvas y 51 metros de largo por lado) , que es el que ostenta las piedras grabadas en su cara exterior y que cubre a la estructura de adobes cónicos (más antigua) que tiene relieves de barro. Las otras cuatro estructuras se ubican en pares a ambos lados del Edificio Principal, y se les han llamado Edificio A, Edificio C, Plataforma Rafael Larco Hoyle y Plataforma Julio C. Tello.
Los monolitos grabados
Adornan todo el contorno del Edificio Principal. Los litos grabados fueron colocados intercalando unos grandes con representaciones de Guerreros / Sacerdotes con pilas de 3 o más pequeños con representaciones de despojos humanos. Para el arqueólogo Lorenzo Samaniego estos bajorrelieves muestran una doble procesión de personajes que parte de un pórtico formado por 2 monolitos grabados que sostienen un dintel al centro del muro sur y se encaminan hacia otro pórtico, ubicado al centro del muro norte, e intercalados, como ya se dijo, están los grabados que representan despojos humanos (brazos, piernas, cabezas, cuerpos seccionados, vértebras y vísceras) como si estuvieran regados por el suelo, recreando un cuadro de hondo dramatismo y horror. En esta procesión no hay figuras de dioses, semidioses o animales míticos, solo hombres.



                Redibujados aquí, algunos de los sacerdotes / guerreros grabados en los monolitos 
                                                    del templo de piedra en Sechín.

Las esculturas tuvieron como cantera el mismo cerro Laguna, de donde fueron extraídas usando palos de algarrobo o huarango (árboles oriundos de la costa peruana) usados como palancas y auxiliados por gruesas y con fuertes sogas de maguey arrastrados hasta los talleres donde fueron trabajados. Alisaron una de sus caras y usando un carbón dibujaron el motivo a tallar, procediendo a frotar y frotar esos trazos con otra piedra más dura, usada como cincel, hasta formar hendiduras anchas, profundas y uniformes, que son las que dan forma a los grabados. A esta técnica se le conoce como "abrasión". Hasta ahora el número de tallas descubierto es de 326, faltando por excavar un sector del muro sur, en donde varios litos aún están enterrados, esperando ser descubiertos.
Los Guerreros / Sacerdotes fueron dibujados con la cabeza, piernas y brazos de perfil, mientras que el tronco y la pelvis están de frente. Como único ropaje llevan taparrabos y sobre la cabeza rapada unos gorros de forma trapezoidal. La cara, posiblemente esté pintada, ello a juzgar por una banda curva que parece atravesar su ojo. Sostienen un arma o cetro en la mano, en la que hay que destacar el curioso detalle de la uña del dedo pulgar: está muy crecida y afilada. La boca entreabierta muestra los dientes juntos, y sus ojos están desorbitados, tal como, siglos después fueron representados en las tallas líticas del sitio de Chavín de Huantar, que fuera considerada por Tello como la cuna o matriz de toda la civilización andina.

Dos de los monolitos grabados que forman la pared exterior de Templo de Piedra en Sechín.

Los relieves de barro y el culto al mar
Un cortejo camina lentamente, un hombre, un chamán (sacerdote) y otros más , han atravesado el desierto silencioso, desde el valle, llegan a un lugar sagrado, suben por unas escaleras, el rumor del mar los acompaña pero no se le puede ver. De pronto, al llegar al final, se abre imponente, la bastedad del mar, abajo, un alto acantilado, una estrecha bahía, rocas afloran, el agua muy agitada, espumosa. El hombre es arrojado, cae, se despeña, muere. Su sangre llega a la superficie, su cuerpo es devorado por los peces. Ese año fue malo, falta agua suficiente para los cultivos, pero ahora será bueno. Se ha cumplido con el rito.

Reconstrución computarizada del Templo de Barro, el más antiguo, y la ubicación de los relieves de barro que lo adornaban.

El relato anterior, es ficticio, pero probablemente se dio hace 3500 años en Sechín, según el arqueólogo Henning Bischof, que ha estudiado los relieves de barro del Templo de Cerro Sechín y ha identificado en ellos un complejo ritual de sacrificios humanos y el mar, asociándolo a los conocidos esquemas de los ritos propiciatorios de la lluvia en los andes. Estos relieves se encuentran sobre los muros de un edificio de adobe, cuya construcción es anterior a la plataforma de lápidas de piedras grabadas que lo cubrió en tiempos posteriores y es la que hoy en día se luce como fachada.
El dibujo principal y mejor conservado de esta escena es un pez grande dibujado al lado de la escalera norte. Realizado con mucho realismo, el artista prescindió de cualquier elemento ajeno al uso simbólico. De boca oblicua, fajas verticales en el cuerpo y por la forma de las aletas, corresponden a la de especies carnívoras que habitan los fondos rocosos cercanos a la orilla del mar, como son el "mero", la "doncella" el "chero" y el "peje diablo". Al conjunto iconográfico lo completan otros motivos. Uno de ellos, mal conservado, parece ser una persona del que brota un chorro de sangre. Otro de los motivos, este bien conservado, es un personaje tirado de cabeza con la boca y el ojo cerrados, probablemente, muerto. Su cráneo está abierto y de él brota una faja multicolor que sube en forma ondulante hasta extenderse arriba como mancha, rematando en un motivo iconográfico estilizado identificado como "chorro de sangre". De esta escena, Bischof deduce la existencia de un sacrificio humano, el que consiste en arrojar a una persona al mar para que sea devorada por los peces.

Relieve polícromo en la escalera norte del Templo de Barro. Representa al pez mítico que devora a los sacrificados en el ceremonial propiciatorio de lluvias. Tomado del libro Guía de Sechín de Lorenzo Samaniego y Arturo Jiménez Borja.

Sin embargo le faltaba el escenario geográfico, el lugar desde dónde se pudo realizar este sacrificio. Para ello volvió a visitar los lugares arqueológicos próximos a Sechín ubicados a orillas del mar y que sean contemporáneos con éste. Dos de ellos se ajustaron bien a sus requerimientos: Las Haldas y Culebras. En el segundo edificio en importancia de Las Haldas, una escalara larga construida con esmero conduce a un peñasco que cae perpendicularmente hacia el mar, unos 25 metros abajo, el mar es agitado y espumoso, la rocas afloran filosas. El espacio geográfico y el arquitectónico se confabulan al servicio de la "dramaturgia ritual". Es obvio que la ubicación y concepción de este sitio no fue al azar, corresponde con el ritual escenificado en los muros de barro de Sechín.
Todos estos motivos iconográficos se relacionan al mar y la necesidad de controlar la periodicidad de las lluvias, que son escasas y cuyo ciclo parece, a veces, errante, intercalándose momentos de grandes precipitaciones (como en épocas de fenómeno del niño) con años de duras sequías y otros años "normales". Se suple en el nivel mágico-religioso una tecnología agraria incipiente. Las referencia más valiosas de la relación mar-lluvias-sacrificios se obtiene de mano de Julio C. Tello, quien en 1923 publica su obra Wiracocha (en la revista Inca). En ella expone la opinión de un chamán de esos años sobre el dios Wari. Dice que tal deidad representa a la fuerza, la potencia, y construyó por arte de magia las represas y canales de irrigación de la anterior prosperidad agrícola. Para propiciarlo, el chamán debe subir a la cordillera a visitarlo en su morada, las lagunas que se forman al pie de los grandes nevados producto del deshielo. Lo hacen llevando "sunku" mezclado con sangre humana.
Cuando no llueve en la cordillera, los ríos que alimentan los valles de la costa bajan casi secos, produciendo la pérdida de los cultivos. Por ello es necesario visitar a Wari y ofrendarle un sacrificio. Para ello el chamán llena un cántaro con el agua recogida de la parte más agitada (espumosa) del mar. En base a unos ritos especiales se identifica con el espíritu mismo del agua, ascendiendo a la cordillera dando gritos y bramando como felino, repartiendo por aquí y allí un poco de agua. Deja otro poco en cada manantial que encuentre a su paso. Llegado a la laguna la arroja poco a poco y del cántaro sale la nube que ennegrece el espacio desencadenando la tempestad que inaugura un nuevo período de lluvias. La identificación del chamán con el espíritu del agua y su trasfiguración en felino refuerzan la teoría de Bischof sobre el significado de los relieves estudiados por él en Cerro Sechín, pues a ambos lados de la entrada del templo de barro hay dos de ellos (felinos) pintados.































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